El uso de la arquitectura de areniscas, una piedra clara que da a la basílica su tono blanquecino, se destaca particularmente gracias a los decorados con piedras volcánicas que coronan el ábside. Este juego de materiales confiere al edificio un aspecto único, resaltando la virtuosidad de los artesanos del siglo XII.
La basílica Notre-Dame-du-Port no es solo un monumento religioso de importancia, sino también un maestro obra arquitectónica que refleja la experiencia y diversidad de los artesanos del siglo XII. Su presencia en el centro de Clermont-Ferrand hace de ella un testimonio vivo de la historia románica en Auvernia, y su inscripción en el patrimonio mundial de la UNESCO subraya su papel central en los Caminos de Santiago de Compostela.
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